Con viva sensibilidad evangélica y eclesial, conquista para su misión apostólica a las jóvenes alumnas que se vuelven «misioneras» (misioneritas, las llama Sr. María) en los pueblitos de los alrededores de la Capital, entre niños semi abandonados y familias desheredadas. Luego, también adultos, empresarios adinerados y renombrados profesionales quedan conquistados por su devoción mariana, que obtiene gracias estrepitosas, y se sienten por lo tanto comprometidos a colaborar efectivamente a las iniciativas asistenciales que Sr. María, bajo la acción del Espíritu, va proyectando continuamente con la audacia de la más auténtica fe en la Providencia.
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Sr. María sueña para sus pobres siempre nuevas soluciones a las urgencias apremiantes: obtiene primero visitas médicas gratuitas, gracias a la acción voluntaria de médicos especialistas, y con la colaboración de industriales del lugar organiza cursos de formación profesional para jóvenes y mujeres que en la pobreza hubieran encontrado una pésima consejera. En esta forma logra dar vida en poco tiempo a un ambulatorio múltiple, con varias especialidades, para asegurar la asistencia médico-farmacéutica a muchas personas y familias privadas de toda garantía social.
Al mismo tiempo crea cerca instalaciones adecuadas para Ia acogida de los pacientes – a veces familias enteras – como también salas para la catequesis y la alfabetización en los momentos de espera, además la capilla y un gracioso jardín, y hasta el balcón con los canarios.
Para las familias sin techo, reducidas con frecuencia a una vida precaria bajo los puentes de la periferia, hace construir – siempre con la ayuda de una sorprendente Providencia – «verdaderas» casitas, en las cuales limpidez y propiedad, junto con los colores de un pequeñísimo jardín, tienen la función pedagógica de recuperar personas amargadas, restituir dignidad a vidas envilecidas por el abandono, abriendo los corazones a horizontes de verdad, de esperanza y de nueva capacidad de inserción social. Surgen así las ciudadelas de María Auxiliadora: una obra que continúa todavía, debido al interés de sus colaboradores a través de la Asociación de laicos Asayne (Asociación de Ayuda a los Necesitados).
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Una mujer de Dios. Sor María Romero amaba entrañablemente a la Santísima Virgen.
Los pobres eran para ella su tesoro.
Por la gente pobre dedicó su vida como FMA
Dedicar el mes de mayo –también llamado mes de las flores- a María es una devoción popular arraigada desde hace siglos: con su poesía Alfonso X el Sabio nos revela que ya existía en la Edad Media, al menos en España.
La Iglesia la ha alentado, por ejemplo concediendo indulgencias plenarias especiales y con referencias en algunos documentos del Magisterio, como la encíclica Mense Mayo de Pablo VI en 1965.
“El mes de mayo nos estimula a pensar y a hablar de modo particular de Ella –constataba San Juan Pablo II
en una audiencia general al empezar el mes de mayo en 1979-. En efecto, este es su mes. Así pues, el período del año litúrgico, [Resurrección], y el corriente mes
llaman e invitan nuestros corazones a abrirse de manera singular a María”.
¿Pero por qué este mes?
La primera razón es porque es el tiempo en el que la tierra estalla en tierno follaje y verde pastos, después de las severas heladas y nieves del invierno, y la cruda atmósfera y el viento salvaje y las tempranas lluvias de la primavera, porque los retoños brotan en los árboles y las flores en los jardines. Porque los días se vuelven largos, el sol nace temprano y se pone tarde –añade-. Porque semejante alegría y júbilo externo de la Naturaleza es el mejor acompañante de nuestra devoción a Aquella que es la “Rosa Mística y la Casa de Dios”, la Virgen María.
En el mes de mayo, mes salesiano, se celebran las fiestas de Domingo Savio el 6 de mayo, la fiesta de Madre Mazzarello el 13 de mayo, la fiesta de María Auxiliadora el 24 de mayo y se recuerda a Don Bosco el 31 de mayo.
Historia:
Domingo significa: El que
está consagrado al Señor.
Entre los miles de alumnos que tuvo el gran educador San Juan Bosco, el más famoso fue Santo Domingo Savio, joven estudiante que murió cuando apenas le faltaban tres semanas para cumplir sus 15 años.
Nació Domingo Savio en Riva de Chieri (Italia) el 2 de abril de 1842.
Era el mayor entre cinco hijos de Ángel Savio, un mecánico muy pobre, y de Brígida, una sencilla mujer que ayudaba a la economía familiar haciendo costuras para sus vecinas.
Desde muy pequeñín le agradaba mucho ayudar a la Santa Misa como acólito, y cuando llegaba al templo muy de mañana y se encontraba cerrada la puerta, se quedaba allí de rodillas adorando a Jesús
Eucaristía, mientras llegaba el sacristán a abrir.
El día anterior a su primera confesión fue donde la mamá y le pidió perdón por todos los disgustos que le había proporcionado con sus defectos infantiles. El día de su primera comunión redactó el famoso propósito que dice: "Prefiero morir antes que pecar".
A los 12 años se encontró por primera vez con San Juan Bosco.
María Dominga Mazzarello o más conocida como Madre Mazzarello, fue una religiosa italiana con la cual Don Bosco fundó el Instituto de las Hijas de María Auxiliadora, conocidas también como salesianas.
Fecha de nacimiento: 9 de mayo de 1837, Mornés, Italia
Fallecimiento: 14 de mayo de 1881, Mornés, Italia
Canonización: 24 de junio de 1951
Festividad: 13 de mayo
Beatificación: 20 de noviembre de 1938
Padres: Maddalena Calcagno, Giuseppe Mazzarello
El primero que llamó a la Virgen María con el título de "Auxiliadora" fue San Juan Crisóstomo, en Constantinopla en al año 345, él dijo: " Tú, María, eres auxilio potentísimo de Dios".
San Juan Damasceno en el año 749 fue el primero en propagar la jaculatoria: "María A , rogad por nosotros". Y repite: la virgen es "auxiliadora para evitar males y peligros y auxiliadora para conseguir la salvación".
Pero sin duda fue San Juan Bosco, el santo de María Auxiliadora, con el que esta advocación mariana encontró el mejor paladín y trampolín para el desarrollo y popularidad, "No he sido yo, ha sido la Virgen Auxiliadora quien te ha salvado"... "Cada ladrillo de esta iglesia - se refería a la gran Basílica que en su obsequio empezó el 1863 - es una gracia de la Virgen María"...
Pero será exactamente en 1862, en plena madurez de Don Bosco, cuando éste hace la opción mariana definitiva: Auxiliadora. "La Virgen quiere que la honremos con el título de Auxiliadora: los tiempos que corren son tan aciagos que tenemos necesidad de que la Virgen nos ayude a conservar y a defender la fe cristiana".
Desde esa fecha el título de Auxiliadora aparece en la vida de Don Bosco y en su obra como "central y sintetizador". La Auxiliadora es la visión propia que Don Bosco tiene de María. La lectura evangélica que hace de María, la experiencia de su propia vida y la de sus jóvenes salesianos, y su experiencia eclesial le hacer percibir a María como "Auxiliadora del Pueblo de Dios".
En 1863 Don Bosco comienza la construcción de la iglesia en Turín. Todo su capital era de cuarenta céntimos, y esa fue la primera paga que hizo al constructor. Cinco años más tarde, el 9 de junio de 1868, tuvo lugar la consagración del templo. Lo que sorprendió a Don Bosco primero y luego al mundo entero fue que María Auxiliadora se había construido su propia casa, para irradiar desde allí su patrocinio. Don Bosco llegará a decir: "No existe un ladrillo que no sea señal de alguna gracia".
Hoy, salesianos y salesianas, fieles al espíritu de sus Fundadores y a través de las diversas obras que llevan entre manos siguen proponiendo como ejemplo, amparo y estímulo en la evangelización de los pueblos el auxilio que viene de Santa María la Auxiliadora.
ASUNCIÓN DE LA VIRGEN MARÍA (15 de Agosto)
Margarita Occhiena nació el 10 de abril de 1788 en Capriglio (Asti) y recibió el bautismo, el mismo día, en la iglesia parroquial.
Vivió en su casa hasta unirse en matrimonio con Francisco Bosco. Más tarde, se trasladó a vivir a Becchi. Después de la muerte prematura de su marido, Margarita, a sus 29 años, tuvo que sacar
adelante a su familia, ella sola, en un tiempo de hambruna cruel. Cuidó de la madre de Francisco y de su hijo Antonio, a la vez que educaba a sus propios hijos, José y Juan.
Mujer fuerte, de ideas claras. Decidida en sus opciones, observaba un estilo de vida sencillo y hasta severo. Se mostraba, sin embargo, amable y razonable en cuanto se refería a la educación
cristiana de sus hijos. Educó a tres chicos de temperamento muy diferente sin mortificar jamás al ninguno de ellos ni intentar igualarlos a los tres.
Más de una vez se vio obligada a tomar decisiones extremas (tal como tener que mandar fuera de casa al más pequeño a fin de preservar la paz en casa y ofrecerle la posibilidad de estudiar); con
gran fe, sabiduría y valentía, miraba de comprender la inclinación de cada hijo, ayudándoles a crecer en generosidad y en espíritu emprendedor.
Con un cariño especial acompañó a su hijo Juan en su camino hacia el sacerdocio y fue entonces, a sus 58 años, cuando abandonó su casita del Colle y le siguió en su misión entre los muchachos
pobres y abandonados de Turín (1848). Aquí, durante diez años, madre e hijo unieron sus vidas con los inicios del Trabajo Salesiano. Ella fue la primera y principal cooperadora de Don Bosco y,
con su amabilidad hecha vida, aportó su presencia maternal al Sistema Preventivo. Fue así como, aún sin saberlo, llegó a ser la "cofundadora" de la Familia Salesiana, capaz de formar a tantos
santos, como Domingo Savio y el P. Miguel Rua.
La devoción al "Corazón Inmaculado de María", enfatizada por Don Bosco desde el 1852 hacía especial referencia a una época de duras críticas a la Iglesia y acentuaba la importancia de la conversión del propio corazón.
En el contexto de fe de Valdocco, la de la Virgen era una presencia entrañable, tierna, pero potente a la vez. Don Bosco no dudaba en hacer que sus hijos pusieran en María su esperanza, sintiéndose seguros en el Oratorio, donde ella vivía con ellos, casi palpablemente, como él mismo aseguraba.
La devoción a la Inmaculada se convierte así para la pedagogía salesiana en motor que alienta el esfuerzo, la piedad, la bondad, la pureza, la alegría, el compañerismo, la vida de familia y el discernimiento de la vocación, elementos básicos de toda educación, que Don Bosco siempre alentó.
Don Bosco, fiel devoto de la Virgen, relataba el nacimiento de su Obra un 8 de diciembre (1841), cuando se encontró con Bartolomé Garelli - un joven necesitado de 16 años - y comenzó con las tareas de catequesis y "Oratorio Festivo".
"Todas las bendiciones que nos han llovido del cielo son el fruto del Avemaría rezado con fervor y recta intención junto con el joven Bartolomé Garelli" manifiestó Don Bosco en sus Memorias Biográficas (tomo XVII, Página 510).
El 8 de diciembre es como el cumpleaños de la Obra Salesiana y confiamos en que un Avemaría bien rezado en cada lugar donde estemos será también una abundante bendición para cada uno de nosotros.